jueves, 26 de mayo de 2011

CARACTERÍSITCAS DE UN AULA DE PSICOMOTRICIDAD

A) CONDICIONES MATERIALES
  • Debe ser amplia y luminosa
  • El suelo de parquet para que se pueda estar descalzado.
  • La calefacción debe estar emportada para evitar lesiones.
  • Los enchufes altos o bien protegidos.
  • Hay unos materiales que están fijos.
  • Existen otros materiales móviles adaptados a cada espacio.

B) SIGNIFICACIÓN PARA EL NIÑO/A:
  • Un lugar donde vive el palcer senso-motriz
  • Un lugar de deseo para el niño/a
  • Un lugar para la comunicación
  • Un lugar que posee rituales (entrada o salida)
  • Un lugar dividido en tres espacios: 
  • Espacio del placer sensorio-motriz
  • Espacio del juego simbólico
  • Espacio cognitivo o de distanciación ( para realizar asamblea, dibujo, relajación..ritual final)

C) MATERIALES:
 Placer sensorio-motriz: Como materiales fijos contemplamos las espalderas y las rampas, así como determinados materiales para estimulación que no ocupen espacio en la sala.


Como materiales móviles y que se adecúan a este espacio estarán: bancos suecos, colchonetas, cojines, balones grandes, pelotas de distintos tamaños, pesos y colores, plataformas giratorias, patines, monopatines, balancines, zancos, aros, ruedas, cajas de cartón, telas, papel de embalar...

Juego simbólico: Como material fijo contemplamos el espejo, a ser posible grande que se pueda ver el cuerpo entero.
Como materiales móviles tendríamos: telas, cuerdas, palos, saquitos de arena, cintas, material para disfrazarse, muñecas, tacos, anillas de goma, material variado de juegos (cocinitas, compradores y vendedores, médicos y enfermos...)

Espacio cognitivo  o de distanciamiento: Como material fijo la pizarra o e papel de embalar pegado a la pared.

Como materiales móviles tendríamos: tacos, bloques de madrea o plástico grandes y pequeños, redondos y cúbicos, palos, regletas...cualquier material con el que se pueda construir.

BASES PSICOPEDAGÓGICAS I

 Emmi Pikler (1902-1984)     http://www.aipl.org


Fue una importante pediatra húngara que dirigió el Instituto metodológico de educación y cuidados de la primera infancia de Budapest
(conocido como Instituto Lóczy, hoy llamado Instituto Pikler), fundado para bebés que necesitaban cuidados prolongados lejos de sus familias.
Creó un sistema educativo basado en el respeto al niño, en el que el adulto adopta una actitud no intervencionista que favorece el desarrollo.
Pikler estaba convencida de que el desarrollo motor es espontáneo; y aseguraba que, si se les proporcionan ciertas condiciones,
los niños alcanzan por sí mismos un desarrollo motor adecuado.
El adulto no “enseña” movimientos ni ayuda a realizarlos, y los niños se mueven y se desarrollan regidos por su propia iniciativa.
Por otro lado, no se le impide al niño la realización de ningún movimiento, por lo que en este sentido es completamente libre:
si un niño que camina quiere reptar y rodar, no hay nada de malo en eso.

Emmi Pikler decía que “ayudar” a los niños cuando ellos no están listos para realizar ciertos movimientos por sí mismos es perjudicial.
Y explicaba que muchas veces el adulto actúa motivado por la costumbre: estamos habituados a hacerlo, y eso nos resulta habitual.
Pero que exista el hábito no significa que sea beneficioso.

Pikler observa que los niños que aprenden los nuevos movimientos por sí mismos tienen mejor equilibrio, mayor coordinación,
mayor seguridad en sus actividades y por eso son menos propensos a sufrir accidentes.
Además, vivencian más “a fondo” el proceso de aprendizaje y tienen mayor seguridad en sí mismos.
Sus estudios concluyen que las enseñanzas y la ayuda del adulto no es condición necesaria para el desarrollo motor del niño,
y que además pueden perjudicarlo al ponerlo en situaciones para las que no están maduros todavía.

El bebé, participando activamente en los cuidados, viviendo en un equilibrio emocional y afectivo satisfactorio,
toma también iniciativas fuera de los cuidados, fuera de la presencia del adulto.
En un ambiente adecuado es capaz de buscar el objeto que le interesa, de explorarlo solo, de jugar y manipularlo.
El bebé criado en esas condiciones requiere menos la asistencia del adulto en muchos terrenos.
Así el desarrollo de sus movimientos no se determina como una progresión a partir de la incapacidad y de la torpeza hacia la autonomía.
En cada uno de los estadios de su desarrollo, el niño es capaz de moverse de manera autónoma, de tomar la iniciativa de nuevas posturas y nuevos movimientos,
aprenderlos y ejercerlos sin tener para esto, necesidad de la ayuda del adulto. En cada una de las posiciones que él toma es movedizo y ágil.
Puede abandonar esa posición y puede volver a ella.
Es dándose vuelta él mismo sobre el vientre como llega a la posición ventral, en lugar de haber sido acostado sobre el vientre por el adulto.
No aprende la posición sentado con la ayuda del adulto que lo sienta sosteniéndolo.
Llega a la posición sentado por sí mismo, progresivamente, desde la posición ventral acodándose de costado y ubicándose en posición semisentado
ambas son posturas intermedias que ejerce largamente.
Igualmente, para aprender a ponerse de pie, no es colocado ni sostenido por el adulto.
Se pone en cuadrupedia, luego se arrodilla, se levanta por sí mismo sosteniéndose; luego llega a ponerse de pie libremente; poco tiempo después comienza a marchar.

Debemos ser conscientes de la importancia que reviste la educación del lactante y del niño pequeño, de la influencia que esta educación tendrá sobre toda su vida
Actualmente, y cada vez más, el rol de los especialistas, psicólogos, técnicos de educación infantil, maestros/as y asistentes sociales se hace también determinante.
Es útil atraer la atención de los padres (o de los adultos que se ocupan) sobre las señales que parten de los niños y lo que puede hacerse en respuesta a esas señales.

Se puede, por ejemplo, sensibilizarlos sobre la importancia que tiene para el niño, el hecho de ejercer autónomamente los movimientos.
Se los puede orientar acerca de las actitudes y comportamientos, de tal manera que no vean en el niño sólo el objeto de su propia actividad, sino más bien un compañero bien activo.
Debemos comprender que además de las tareas variadas de cuidados y de alimentación el desarrollo de la competencia del bebé es también un aspecto de gran importancia
Que la iniciativa provenga del niño, que la ejecución del acto sea autónomo, y que el mismo sea eficaz, son los elementos más importantes del comportamiento competente.
El establecimiento activo de las relaciones con el adulto, el movimiento por propia iniciativa, la manipulación comenzada y continuada por sí mismo es, al mismo tiempo,
consecuencias e instrumentos del desarrollo de su personalidad.